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La mejor guía independiente de Sintra
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Una sala construida para acallar los cotilleos de la corte. Un techo dorado que exhibe el poder de todo un reino y una pequeña estancia que sirvió como prisión personal de un rey.Estas son las historias que aguardan en el Palacio Nacional de Sintra, la residencia real medieval mejor conservada de Portugal.
Dominando el centro histórico de la villa, el palacio es instantáneamente reconocible por sus dos inmensas chimeneas cónicas blancas, que se elevan desde las cocinas que antaño sirvieron vastos banquetes reales. Aunque su exterior gótico pueda parecer sencillo en comparación con otras atracciones de Sintra, este edificio fue la residencia real habitada de forma más continua del país, y la favorita de los monarcas durante más de 500 años.
En el interior, la sobria fachada gótica da paso a una secuencia de extraordinarios salones de aparato. Los visitantes pueden descubrir las leyendas que esconde la famosa Sala das Pegas (Sala de las Urracas), ver la impresionante cúpula dorada de la Sala dos Brasões (Sala de los Escudos) y conocer la habitación que sirvió de prisión de un rey.
La Sala de los Escudos (Sala dos Brasões): Posiblemente la sala más magnífica del palacio. Aquí te situarás bajo una impresionante cúpula dorada, decorada con los escudos de armas del rey Manuel I y de las 72 familias nobles más poderosas del siglo XVI.
La Sala de las Urracas (Sala das Pegas): Descubre un escándalo real. El curioso techo de este salón de banquetes está cubierto por 136 urracas, cada una representando a una "parlanchina" dama de la corte, como respuesta pública del rey João I para acallar los cotilleos cortesanos.
La Sala de los Cisnes (Sala dos Cisnes): Entra en uno de los salones de aparato más antiguos y espaciosos del palacio. El techo está decorado con 30 cisnes pintados, creado para conmemorar una boda real y un sofisticado gesto de diplomacia del siglo XV.
Las Cocinas del Palacio: Adéntrate en las vastas cocinas medievales y mira hacia arriba, al interior de las chimeneas cónicas de 33 metros de altura. Este espacio fue una proeza de ingeniería, construido a una escala inmensa para asar piezas de caza y preparar banquetes para toda la corte real.
El palacio goza de una ubicación ideal en la plaza principal del centro histórico de Sintra (Sintra Vila) y es imposible no verlo. Es la atracción principal más accesible, ya que se puede alcanzar con un agradable paseo de 15 a 20 minutos desde la estación de tren.
El palacio abre todos los días de 09:30 a 18:30. La última admisión y compra de entradas es a las 18:00.
La entrada de adulto cuesta 13 €, con precios reducidos de 10 € para jóvenes (de 6 a 17 años) y mayores de 65 años. Una visita típica para recorrer las salas históricas dura entre 60 y 90 minutos.
A diferencia del Palacio da Pena, el Palacio Nacional no requiere reservar una franja horaria con antelación, y las entradas casi siempre se pueden comprar en el día. Dado que generalmente está mucho menos concurrido, es una excelente opción para visitar durante las horas punta (de 10:30 a 15:00), dejando la mañana y la tarde libres para explorar otras atracciones más concurridas de Sintra.
• 1415–1430: El rey João I (también conocido como Juan I) encarga la construcción del núcleo central del palacio. En esta fase se construyen la fachada principal, el patio central (Ala Joanina), las cocinas, la Sala de los Cisnes y la Sala de las Urracas.
• Siglo XV: El palacio es el centro de la vida de la corte. El rey Afonso V nace aquí en 1432 y fallece en 1481; más tarde, el rey Juan II es aclamado rey de Portugal dentro sus muros.
• 1497–1530: El rey Manuel I patrocina una segunda gran fase de construcción. Se añade el "Ala Manuelina", se construye la magnífica Sala de los Escudos (1515-1518) y se redecora muchas salas con coloridos azulejos de cerámica de Sevilla.
• 1676–1683: El palacio sirve como prisión real para el mentalmente inestable rey Afonso VI, quien es confinado en una habitación por su hermano, Pedro II, hasta su muerte.
• 1755: El palacio sobrevive al gran terremoto de Lisboa, aunque sufre daños. La torre sobre la Sala de los Árabes se derrumba y es reparada posteriormente.
• 1910: Tras la revolución que pone fin a la monarquía, el palacio es clasificado como Monumento Nacional.
• Años 40: El arquitecto Raul Lino supervisa una importante restauración, devolviendo el edificio a su estado original y añadiendo mobiliario antiguo procedente de otros palacios.
Es la magnífica pieza central del palacio y una de las salas heráldicas más importantes de Europa.Construida entre 1515 y 1518, la sala constituye una poderosa declaración política del rey Manuel I, diseñada para mostrar la rígida jerarquía del reino portugués.
La sala se distingue por su impresionante techo abovedado octogonal, una verdadera obra maestra de carpintería dorada. Es un mapa preciso del poder, con el rey situado en el centro.
• El Rey: En el punto más alto de la cúpula se encuentra el escudo de armas personal de Manuel I, situándolo como la autoridad central y suprema.
• La Familia Real: Rodeando inmediatamente al rey, se encuentran los escudos de sus ocho hijos con su segunda esposa, la reina María de Aragón.
• Las Familias Nobles: Debajo de la familia real, el techo está decorado con los escudos de armas de las 72 familias nobles más poderosas e influyentes de la época.
Cada blasón nobiliario está pintado sobre un ciervo rampante, un símbolo tradicional de justicia y lealtad. El techo entero servía como un mensaje claro: el rey era la autoridad suprema, y la nobleza derivaba su poder directamente de él a cambio de su leal servicio. Este mensaje está literalmente escrito en una inscripción en latín que recorre la parte superior de la sala, la cual se traduce como: "A través de sus leales servicios se han ganado estos y otros honores, y, por lo tanto, deben ser preservados".
Los paneles de azulejo (baldosa cerámica) azul y blanco que recubren las paredes fueron una adición posterior, realizada en el siglo XVIII. Crean un fascinante contraste con el techo formal, representando escenas más ligeras de ocio cortesano, como la caza y las reuniones al aire libre.
El escudo de armas que falta: Si se observa de cerca los 72 blasones, se encuentra un notable e intencionado espacio vacío. Este hueco es una cicatriz permanente, dejada como advertencia contra la traición.
Este espacio originalmente albergaba el escudo de armas de la familia Távora, una de las más poderosas del reino. En 1758, fueron acusados de conspiración y del intento de asesinato del rey José I.
En un brutal acto de justicia real, la familia fue ejecutada públicamente, sus propiedades confiscadas, sus palacios demolidos y su nombre borrado de la nobleza. Como castigo final y visible, su escudo de armas fue arrancado físicamente del techo, dejando un vacío permanente que sirve como un escalofriante recordatorio de las consecuencias de traicionar al rey.
Esta importante sala, que sirvió como el principal salón de banquetes del palacio y sala de recepciones de estado, se distingue por su inusual techo y la famosa leyenda del siglo XV que lo explica. El techo está decorado con 136 pinturas individuales de urracas, una por cada dama de la corte en aquel momento. Cada ave está representada sosteniendo dos objetos: un pergamino con el lema "Por bem" ("Por honor") y una rosa roja.
La curiosa decoración se explica por una famosa historia de intriga cortesana. Según la leyenda, el rey João I fue sorprendido por su esposa inglesa, la reina Felipa de Lancaster, mientras daba un beso a una dama de compañía. El acto desencadenó una ola de cotilleos generalizados por parte de las "parlanchinas" damas de la corte.
Para poner fin al escándalo, el rey respondió con una declaración muy pública. Hizo pintar el techo del salón de banquetes con las 136 urracas, conmemorando permanentemente sus cotilleos. Los objetos que sostenían las aves eran su respuesta directa: el lema "Por bem" era su insistencia en que el beso fue inocente y "por honor", mientras que la rosa roja, emblema personal de la Casa de Lancaster de su esposa, era un tributo público a ella, sugiriendo su lealtad última incluso mientras silenciaba a la corte.
Esta gran sala revestida de madera es uno de los salones de aparato más antiguos y grandes del palacio, que data de la construcción original del rey João I a principios del siglo XV. Durante un tiempo, sirvió como principal salón de recepciones del palacio, donde el rey celebraba audiencias y reuniones de estado.
La sala recibe su nombre de los 30 magníficos cisnes dorados pintados en los paneles octogonales de su techo. Cada cisne se muestra en una posición única, llevando una corona dorada alrededor del cuello, símbolo de la realeza.
Esta decoración es una sofisticada pieza de diplomacia del siglo XV. Se cree que el número 30 corresponde a la edad de la infanta Isabel de Portugal cuando se comprometió para casarse con Felipe el Bueno, duque de Borgoña. El cisne era el emblema personal del duque, adoptado porque su familia afirmaba descender del legendario "Caballero del Cisne".
Al decorar el techo con 30 cisnes coronados, el rey João I no solo estaba celebrando una boda. También estaba rindiendo un cumplido muy público y noble a su nuevo yerno, conectando a la familia real portuguesa con una de las grandes leyendas caballerescas de Europa.
Más allá de los grandes salones de aparato, el palacio alberga la triste historia de un drama político real. Esta pequeña y fría habitación, ubicada en la parte más antigua y fortificada del edificio, sirvió de prisión para el mental y físicamente inestable rey Afonso VI.
Afonso VI, que había quedado parcialmente paralizado por una enfermedad infantil, fue declarado "incapaz de gobernar" en un golpe palaciego. El golpe fue liderado por su propio hermano, Pedro, y su esposa, la reina María Francisca. La reina se alió con Pedro, alegando que el rey era impotente y logrando la anulación de su matrimonio. En un acto final de traición, Pedro (quien se convirtió en Pedro II) se casó con la esposa de su hermano y tomó el poder como regente.
Tras ser exiliado a las Azores, Afonso fue traído de vuelta a esta habitación en el Palacio de Sintra. Permaneció confinado aquí durante los últimos años de su vida, desde 1676 hasta su muerte en 1683. Se dice que estaba vigilado por 300 soldados, una fuerza masiva que subraya la amenaza política que aún representaba.
El suelo de baldosas de cerámica del siglo XV de la habitación, uno de los más antiguos del palacio, está notablemente desgastado. La leyenda sostiene que el desafortunado rey desgastó un surco en las baldosas con su constante y frenético deambular por su pequeña prisión.
Esta es la parte más antigua que se conserva del Palacio Nacional de Sintra, originaria probablemente de principios del siglo XIV durante el reinado del rey Dinis I. Aunque fue alterada y ampliada por el rey Afonso V en el siglo XV, conserva una atmósfera distintiva y tranquila.
El rasgo definitorio de la capilla es su excepcional techo de madera. Se considera uno de los ejemplos mejor conservados de celosía mudéjar (de influencia árabe) en Portugal. Los complejos patrones geométricos entrelazados, que forman figuras radiales y estrelladas, son obra de hábiles artesanos moriscos que permanecieron en Portugal tras la Reconquista cristiana.
Las paredes están decoradas con frescos que representan al Espíritu Santo descendiendo como una paloma. Este patrón fue cuidadosamente reconstruido en el siglo XX, basándose en fragmentos originales encontrados en las paredes. El suelo también es único, con baldosas de cerámica del siglo XV en el ábside, dispuestas de forma que asemejan una alfombra.
Históricamente, la capilla fue diseñada para reforzar el estatus divino del rey. Durante la misa, el monarca no se sentaba con los demás fieles, sino que permanecía oculto tras una cortina. Esta práctica creaba un "aura sagrada" y lo situaba visiblemente en un nivel superior al de todos los presentes.
El techo de celosía mudéjar.
La característica exterior más reconocible del Palacio Nacional es, sin duda, el par de enormes chimeneas cónicas de 33 metros de altura (108 pies). Estas estructuras se han convertido en la silueta emblemática de Sintra y se elevan directamente desde las vastas cocinas del palacio.
Construidas durante la campaña del rey João I en el siglo XV, las cocinas eran una parte central y vital del diseño del palacio. Su inmensa escala respondía a una necesidad práctica: preparar los enormes y elaborados banquetes que requería toda la corte real, que podía ascender a cientos de personas.
El espacio fue diseñado para manejar el asado de grandes piezas de caza, como jabalíes y ciervos, enteras en enormes asadores giratorios. Solo en el siglo XVI, la casa del rey João III empleaba a 14 cocineros, mientras que su esposa tenía otros 29, sin mencionar a los panaderos, pasteleros y queseros.
Las chimeneas en sí mismas son una proeza única de la ingeniería medieval. Su forma cónica constituyó una solución altamente eficaz para ventilar los enormes hornos y fuegos abiertos, canalizando el intenso calor y el humo hacia arriba y lejos del palacio principal, lo que mantenía las residencias reales frescas y confortables.
Datada a principios del siglo XVI, esta sala recibe su nombre por la fuerte influencia morisca (mudéjar) en su diseño. Fue creada para ser un espacio fresco y relajante para la corte, ofreciendo un refugio frente a los calurosos veranos de la región.
Su característica definitoria es la fuente central y su murmullo. Este fue un elemento tomado directamente de la arquitectura morisca, donde el sonido del agua corriente se consideraba tan importante como su efecto refrescante. La fuente proporcionaba una forma de aire acondicionado natural, convirtiendo la sala en un refugio durante los calurosos meses de verano.
La sala está revestida con ricos azulejos (baldosas de cerámica) hispano-moriscos del siglo XVI, que presentan coloridos patrones geométricos entrelazados y los brillos metálicos característicos de este estilo.
La Sala dos Árabes
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